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Wednesday 17 May 2023

Aunque no se conoce con exactitud la causa de los calambres, es usual recomendar la suplementación con magnesio o la ingesta de alimentos ricos en este mineral para tratar y prevenir los calabres.
Pero la suplementación de magnesio tiene algunos efectos secundarios, y los alimentos ricos en magnesio no son muy eficaces. En este artículo os propongo otra opción que consiste en buscar las causas que originan la causa de magnesio.
Existen muchos estudios sobre la efectividad del magnesio contra los calambres, y los resultados conseguidos son contradictorios; algunos son positivos y otros son negativos.
Dejando de lado la efectividad de esta terapia basada en magnesio, la ingesta de cantidades terapéuticas de magnesio conlleva varios efectos secundarios, principalmente gastrointestinales, como diarrea, además de crear un desequilibrio de minerales en el cuerpo.
En vez de buscar cómo remediar los calambres, vamos a tratar de investigar su causa.
Está admitido que el azúcar provoca una falta de magnesio, en concreto, para metabolizar cada molécula de la sacarosa del azúcar es necesario gastar 54 moléculas de magnesio, además de también ser necesario utilizar calcio y potasio. ( “L’équilibre glycémique”, Jacques Fontaine).
Este problema derivado de los azúcares no sucede cuando se toma fruta fresca, porque ya contiene los minerales necesarios para metabolizar el azúcar. Pero sí que se da en la fruta seca (dátiles, orejones, uvas pasas, ciruelas pasas, etc.), ya que la concentración de azúcar es mucho más elevada, y también se puede producir si se toma una cantidad importante de ciertos tipos de uva altamente dulce, y por supuesto, con todo tipo de azúcares, jarabes y miel.
Yo lo tengo comprobado. Cuando tomo este tipo de alimentos padezco calambres.
Os animo a que lo verifiquéis vosotros también. La próxima vez que tengáis un calambre pensad si en algún día anterior, hasta los tres previos, habéis tomado un exceso de azúcares fuera de lo habitual.
Los azúcares, además de provocar calambres, también están asociados con una larga lista de efectos nocivos: favorece el sobrecrecimiento bacteriano en todo el tracto digestivo, provocando desde caries hasta lombrices intestinales; debilita las defensas; puede inducir la diabetes; está relacionado con enfermedades cardiovasculares; es inflamatorio por lo que está implicado en algias diversas, etc. En este artículo encontraréis más información sobre los estragos de los azúcares sobre la salud.










 

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Monday 17 April 2023

Monday 3 April 2023

La producción de toxinas a consecuencia de un sobrecrecimiento bacteriano intestinal ha sido considerada por la medicina natural como una de las principales causas de problemas de salud. Actualmente, también la medicina funcional ha adoptado esta visión y se concentra en el mundo de las bacterias oportunistas y la disbiosis intestinal. El tema de la flora intestinal está de moda.
En este artículo explico la relación entre la microbiota humana y las hipersensibilidades y cómo conseguir tener una sana flora intestinal.

La microbiota intestinal


Numerosos estudios demuestran el vínculo existente entre la flora intestinal y las alergias. Hay diversas explicaciones, todas ellas basadas en una condición de la microbiota intestinal llamada disbiosis, caracterizada por un exceso de bacterias oportunistas y/o patógenas —las indeseables— y un déficit de bacterias simbióticas —las beneficiosas—, a saber:

A) Si hay una falta de buenas bacterias en el intestino, pueden aparecer diversos problemas:

1) Algunos nutrientes no son bien transformados y absorbidos, principalmente vitaminas del grupo B y K, ni los ácidos grasos de cadena corta. Tampoco se producen neurotransmisores como serotonina, dopamina y GABA. Una deficiencia de estas vitaminas y/o neurotransmisores puede conllevar todo tipo de enfermedades, sobre todo trastornos neurológicos del sistema nervioso central —irritabilidad, hiperactividad, déficit de atención, espectro autista, trastorno bipolar, depresión, ansiedad, fibromialgia, etc.— e hipersensibilidades sensoriales —al sol, luz, olores, ruido, electromagnetismo—.

2) Las buenas bacterias constituyen la primera línea de defensa del sistema inmune situado en el intestino. Neutralizan y absorben sustancias tóxicas que proceden del exterior, inactivándolas. Uno de estos elementos puede ser también el polen y los demás alérgenos que alcanzan a ser tragados junto con la comida o la saliva.

El segundo rol de las bacterias beneficiosas es activar la síntesis de linfocitos, que son glóbulos blancos que protegen el cuerpo produciendo anticuerpos IgA contra microbios, parásitos y todo tipo de sustancias extrañas, las cuales pueden ser también alérgenos. Otras células inmunitarias afectadas son los neutrófilos y macrófagos. Todas estas no funcionan correctamente debido a esa deficiencia en la flora intestinal.

Así que, la inmunidad TH1 que realizan estas células está debilitada, obligando a la respuesta TH2 a trabajar más fuerte, la cual está relacionada con las alergias.


Los anticuerpos IgA eliminan los agentes externos que han llegado hasta el intestino

La tercera función de las bacterias simbióticas es proteger el revestimiento intestinal y nutrirlo. Cuando faltan buenas bacterias, las oportunistas y patógenas pueden prosperar. Algunas de estas bacterias indeseables, las que tienen forma en espiral, como la Campylobacter, Helicobacter —responsable de las úlceras pépticas— y Borrelia —causante de la enfermedad de Lyme— y algunas levaduras como Candida albicans puede causar el síndrome del intestino permeable.

En un intestino permeable, las uniones entre los enterocitos, las células del intestino, están dañadas, de modo que existe una pequeña separación entre ellas que permite el paso de sustancias del lumen intestinal —el espacio por donde transcurren los alimentos— a los capilares sanguíneos, y también en dirección opuesta.

2) Pequeñas partículas de alimentos parcialmente digeridos, bacterias, tóxicos, etc., pueden atravesar la pared intestinal. Cuando alcanzan el torrente sanguíneo se desencadena una reacción inmunitaria para eliminar estas sustancias extrañas. Esto se traduce en un sistema inmune TH2 hiperactivo, una inflamación o hipersensibilidad a dichas partículas, entre las cuales se incluyen alérgenos y alimentos parcialmente digeridos.
 
Una microbiota deficiente puede causar un intestino permeable.


 Intestino permeable o agujereado: barrera intestinal dañada


 En un intestino permeable los agentes externos pueden atravesar la barrera intestinal y alcanzar hasta los capilares sanguíneos


Los anticuerpos IgE en sangre unidos a los mastocitos capturan los antígenos intrusos. Los mastocitos liberan histamina


Cuando los alimentos parcialmente digeridos atraviesan la unión permeable y llegan al torrente sanguíneo, se activa una reacción mediada por los anticuerpos IgG dando lugar a las intolerancias alimentarias

B) Las toxinas producidas por las bacterias oportunistas y patógenas conducen a una condición de sobrecarga de toxinas en el organismo. Una hipótesis que es sostenida por el higienismo, como se verá en la siguiente sección, es que las vías respiratorias se utilizan como vía de expulsión de estas toxinas. Como consecuencia se puede acabar con una irritación del tracto respiratorio y una mayor sensibilidad a las partículas del aire.



El hígado puede encontrarse sobrecargado debido a la gran cantidad de tóxicos y toxinas que tiene que tratar, y no elimina todas las toxinas en sangre


Las toxinas son transportadas por los vasos sanguíneos a distintas partes del cuerpo para ser almacenadas o expulsadas por vías alternativas, como la respiratoria.

Esta hipótesis puede explicarse de la siguiente forma: se conoce que la piel actúa como órgano de expulsión de toxinas. De la misma manera, se podría suponer que la mucosa respiratoria realizaría una detoxificación si fuera necesario.

Para eliminar las toxinas mediante el sistema respiratorio, los capilares que están en contacto con la mucosa oral las dejan pasar a través de sus paredes y se sitúan en la capa exterior de la mucosa. Esto crea una situación de mucosa permeable, es decir, las uniones entre las células epiteliales respiratorias se abren para dejar escapar las toxinas. Una vez se han expulsado al espacio ex- terior de la mucosa, las toxinas dañan esta mucosa y los cilios, de modo que se vuelve más sensible a los alérgenos externos, los cuales pueden llegar hasta el espacio subepitelial —lámina propia— debido a la mucosa permeable, donde los mastocitos y los anticuerpos IgE reaccionan para eliminarlos, reacción que se conoce como alergia.

Cuando no como adecuadamente tengo rinitis, aunque no haya ningún alérgeno en el aire. Esta descarga nasal irrita la mucosa, haciéndola hipersensible. Esto explica por qué algunos alimentos son un factor debilitante de las hipersensibilidades.


Mucosa respiratoria sana


En una mucosa respiratoria sana la protección frente a agentes externos es realizada por la microbiota, la inmunidad de la mucosa - como los anticuerpos IgA - y los cilios


Mucosa permeable: las células intestinales (enterocitos) se encuentran separadas para permitir la expulsión de toxinas. Estas toxinas dañan la mucosa y los cilios


Una mucosa dañada no puede impedir la entrada de agentes externos


C) La sobrecarga de toxinas en el organismo que no puede ser expulsada comporta un daño en ciertos tejidos del organismo. Veamos algunos ejemplos:

En el libro GAPS, el síndrome psico-intestinal, la Dra. Natasha Campbell-McBride explica cómo esta toxicidad alcanza el cerebro y causa varias enfermedades neurológicas y psicológicas. Algunas de las principales bacterias patógenas y oportunistas que producen neurotoxinas son Clostridia y Candida. La Dra. Campbell-McBride declara:

«El síndrome GAPS se desarrolla como consecuencia de una flora intestinal anormal que produce toxinas que fluyen a través de la pared intestinal dañada y llegan a la sangre, que, a su vez, las distribuye por todo el cuerpo. Cuando estas toxinas alcanzan el cerebro, pueden causar problemas relacionados con el estado de ánimo, el comportamiento, el aprendizaje, la concentración, la memoria y la percepción sensorial».

«La toxicidad procedente del intestino bloquea varios centros en el cerebro, dejándolo incapaz de manejar adecuadamente la información sensorial que proviene de los ojos, los oídos, las papilas gustativas, las terminaciones nerviosas táctiles y otros órganos de los sentidos. Esta información se distorsiona y el cerebro la malinterpreta».

«Muchas especies de clostridios se encuentran habitualmente en el intestino humano, produciendo toxinas similares a la del tétanos y de otros tipos». «En el intestino de los pacientes con GAPS, que no tienen estas bacterias beneficiosas para proteger la pared intestinal y controlar a los clostridios, las neurotoxinas tienen una oportunidad para llegar al torrente sanguíneo, el cerebro y al resto del sistema nervioso, afectando a su desarrollo y funcionamiento». «Un síntoma típico de la infección del tétanos es la hipersensibilidad a la luz y a los ruidos. Esto también sucede en las afecciones GAPS, como el autismo, la esquizofrenia, la psicosis o la dislexia».

«La cándida y las otras levaduras convierten la glucosa de la dieta en alcohol (etanol) y en su subproducto, el acetaldehído». «Sin haber bebido, desarrollaban todos los síntomas típicos del alcoholismo». «No hay ninguna parte del cuerpo que no sufra ante el suministro de alcohol constante, aunque sea en cantidades muy pequeñas». «Se dañan los nervios periféricos provocando sentidos alterados y debilidad muscular».

«Existe un grupo de compuestos químicos llamados criptopirroles que influyen en la disfunción mental». «La afección se denomina piroluria y se manifiesta con síntomas como ira, irritabilidad, fallos de memoria, deterioro de la función intelectual, baja inmunidad e incapacidad para lidiar con el estrés».
Las neurotoxinas atraviesan la barrera hematoencefálica de la misma forma que los medicamentos psiquiátricos y las drogas, normalmente disueltos en lípidos como el colesterol.

La hipersensibilidad sensorial puede ser debida a la producción de neurotoxinas en el intestino.


Barrera hematoencefálica sana



Las toxinas llegan al cerebro debido a una barrera hematoencefálica permeable

El origen de la disbiosis de la flora intestinal y el síndrome del intestino permeable ha sido ampliamente explorado. La Dra. Campbell-McBride, por ejemplo, cita la siguiente lista: antibióticos, analgésicos o calmantes, medicamentos esteroides, píldora anticonceptiva, pastillas para dormir, antiácidos, y muchos otros medicamentos; dieta, biberón, ayuno prolongado, hambruna o sobreingesta; enfermedades infecciosas; cirugía, quimioterapia, terapia hormonal y radioterapia; estrés físico o psicológico prolongado; esfuerzo físico extremo, edad avanzada, alcoholismo, exposición a sustancias tóxicas, factores estacionales, exposición a radiaciones ionizantes y climas extremos.
 

La microflora normal


Los mismos problemas que aparecen en la flora intestinal son extensibles a todas las mucosas —respiratoria, vaginal, conjuntival y urológica— y piel del cuerpo, la llamada microflora normal.

Una piel que no está bien protegida por las bacterias simbióticas es más frágil frente a las condiciones ambientales, como la sequedad y el frío. Un artículo de investigación «presenta información señalando la relación entre la microbiota cutánea, la función de protección de la piel y la sensibilidad cutánea». Otro artículo declara: «La disbiosis bacteriana está asociada a trastornos inflamatorios crónicos de la piel, como dermatitis atópica y psoriasis».

Respecto a la flora de las mucosas del organismo, las que recubren las partes internas que están en contacto con el exterior como la respiratoria, «se ha encontrado que la flora microbiana de las personas con rinitis alérgica es diferente a la de las personas que no sufren esta condición». «La composición diferente de la microbiota pulmonar entre personas asmáticas y personas sanas sugiere que las bacterias podrían contribuir a la iniciación del asma». «De forma similar a los que se encuentran en el intestino, los microorganismos de la microbiota respiratoria juegan un papel en la salud y la enfermedad».

Hay pues, una correlación entre una microbiota de la mucosa o piel disbiótica y alergias.

De la misma manera que el intestino puede ser permeable o agujereado, también se produce una mucosa dermatológica o respiratoria permeable. Se ha encontrado que una mucosa/piel permeable o perturbada en personas padeciendo distintas alergias.

La Dra. Campbell-McBride describe cómo la disbiosis intestinal es la principal responsable del intestino permeable. Mi hipótesis es que la misma relación entre estas dos condiciones se establece en las diferentes mucosas del cuerpo y la piel. En el caso de la microbiota respiratoria, las bacterias simbióticas constituyen la primera línea de defensa del sistema inmune del aparato respiratorio contra las partículas que proceden del exterior, de la misma forma que en el intestino. Además, una falta de estas buenas bacterias comporta una mucosa respiratoria desprotegida que es altamente susceptible al daño y al desarrollo de bacterias indeseables, y llegan a provocar una perturbación de la barrera, es decir, una mucosa permeable. Entonces, es necesaria la actuación de la segunda línea de defensa —los glóbulos blancos o respuesta inmunitaria TH2— para limpiar el tracto respiratorio de sustancias irritantes como el polen y el polvo, utilizando anticuerpos IgE, mastocitos y otros agentes inmunitarios. Esta reacción crea una inflamación, que se experimenta como una alergia.

Esta condición es extensiva a la piel, mucosa vaginal y conjuntiva; la desprotección podría ser la causa de una reacción inmune TH2 en estas partes del cuerpo.

Una microbiota deficiente conlleva una barrera permeable en mucosa y piel.


Barrera dérmica sana


Barrera dérmica permeable. Los agentes externos pueden penetrar la epidermis. Los anticuerpos IgE reaccionan para atrapar los alérgenos y los mastocitos liberan histamina, lo cual produce la inflamación en la capa

Por lo tanto, una disbiosis en la microbiota respiratoria puede ser la causa de asma y fiebre de heno, la disbiosis en la microbiota dérmica se considera la fuente de dermatitis, la disbiosis en la microbiota vaginal la causante de la candidiasis y vaginitis, y la disbiosis en la microbiota conjuntival la responsable de conjuntivitis.

Los alérgenos alcanzan la sangre de las personas hipersensibles debido a una mucosa — intestinal, respiratoria o dérmica — desprotegida y una pared permeable, al contrario de las personas con problemas de salud, quienes no presentan estas condiciones de la mucosa y el revestimiento.

Las causas de esta microbiota normal disbiótica son muy similares a las de la microbiota intestinal. A continuación, se destacan algunas de ellas:

1) La polución. Se conoce que los tóxicos matan las bacterias benéficas.

2) Cualquier tipo de cosméticos, ante todo sus ingredientes sintéticos.

3) Antibióticos, sprays nasales e inhaladores antiasmáticos.
Los antibióticos son la causa más común de disbiosis. Los otros dos tipos de medicinas tienen un efecto antiinflamatorio que se da gracias a un antihistamínico o un corticoesteroide, los cuales se han demostrado que dañan la microbiota.

4) Nutrición. La microbiota del intestino es un modelo que se replica en toda la flora del cuerpo. La principal fuente de bacterias en todas las partes del organismo procede del intestino. Diversos estudios indican que la flora intestinal está conectada con la flora cutánea; es el llamado eje intestino-piel. Otro estudio relaciona la flora intestinal con la flora pulmonar, en el llamado eje intestino-pulmón.
Así que, por supuesto, la nutrición juega un papel muy importante en la flora de todo el cuerpo.

5) Sequedad y bacterias del entorno. La composición bacteriana del aire en cada sitio es diferente, y depende de la temperatura, humedad, polución, etc. Si no estamos en contacto con bacterias beneficiosas, estas no pueden instalarse en nosotros.

Para que una bacteria o cualquier microorganismo viva en nosotros se deben dar dos condiciones: 1) la bacteria debe existir previamente en alguna parte de nuestro entorno —agua, comida, aire, etc.—, y 2) debemos ofrecer las condiciones apropiadas para que esa bacteria pueda asentarse, suministrándole comida, pH adecuado, temperatura, humedad, buenas vibraciones —emociones—, etc. ¡Si queremos que las bacterias simbióticas se queden en nuestro cuerpo, debemos ser unos buenos anfitriones!.

La humedad del ambiente es crucial para el desarrollo de la flora cutánea. «Cada entorno cutáneo ofrece un “medio de cultivo” para el desarrollo bacteriano. Estos microorganismos necesitan agua disponible, fuentes de carbono, nitrógeno y macro- y micro-elementos. El agua es crucial para el desarrollo microbiano en la piel, y la cantidad de agua disponible para sostener este crecimiento es referida como actividad hídrica. La actividad hídrica influencia de forma muy importante el crecimiento de microorganismos y difiere entre los principales entornos cutáneos descritos anteriormente. La piel seca, por ejemplo, favorece el crecimiento de los invasivos estafilococos e inhibe el crecimiento de organismos comensales». Lo mismo que sucede en la piel es también extensible a la microbiota oral.

La sequedad produce grietas, igual que en la tierra. Estas pequeñas fisuras pueden ser también la causa de la permeabilidad en piel y mucosas.

Así que el entorno ideal para vivir es un lugar húmedo, como una zona tropical, con mucha vegetación; o un sitio templado cerca del mar, como el área del Mediterráneo.

Pero un exceso de humedad también puede convertirse en un problema. El crecimiento de moho en el hogar perjudica nuestra salud. El moho se desarrolla en lugares húmedos, como baños, lavanderías y sitios donde ha habido un escape de agua o una inundación. El moho produce micotoxinas, las cuales afectan al sistema respiratorio y el sistema nervioso, pero también pueden causar inconvenientes dermatológicos.

6) Agua. Un estudio sobre los efectos de la hidroterapia de colon en la flora intestinal afirma: «El lavado induce un cambio instantáneo y sustancial en la microbiota intestinal. La carga microbial total disminuyó en un factor de 31 y el 22% de los participantes perdieron la especificidad personal de su microbiota. Mientras los niveles bacterianos y la composición comunitaria fueron restaurados en unos 14 días, la tasa de recuperación dependía de la dosis».

Otro estudio proclama que las irrigaciones colónicas cambian la composición bacteriana de la microbiota; pero la salud, específicamente las alergias, mejoran con esta terapia: «Algunos sujetos mostraron reducidas proporciones en bacteria fecal beneficiosa, aunque sus síntomas incluyendo rinorrea alérgica, estreñimiento, picores cutáneos y eczema, mejoraron».

Parece ser, pues, que el agua actúa como un antibiótico, reduciendo la población de bacterias indeseables y beneficiosas en la flora intestinal.

La aparente contradicción que el artículo anterior suscita es que la reducción de bacterias beneficiosas se acompaña de una mejora en las alergias, cuando parece que debería empeorarlas. Hay dos posibles explicaciones a este fenómeno: primero, junto con la reducción de las bacterias beneficiosas también se produce una reducción de las bacterias perjudiciales, lo cual es la verdadera causa de la mejora de los síntomas. En segundo lugar, un exceso de bacterias beneficiosas también puede ser perjudicial para la salud.

Otra investigación muestra un efecto similar del agua en la microbiota dérmica: «Las bacterias de la piel viven naturalmente en las queratinizadas capas externas de la epidermis, y el baño con agua o con disoluciones de agentes tensioactivos eliminarán muchas de estas bacterias». «Experimentos revelaron que la cantidad total de bacterias en varios lugares de la piel se reducía pronto después de lavarla [con agua, jabón o detergente], volviendo en 24 horas a la cantidad anterior al lavado».

Quizás este efecto es debido en parte al cloro del agua. El cloro es inhalado durante la ducha, algo que perturba considerablemente la microbiota de la mucosa oral. La microbiota cutánea también queda alterada por el agua con cloro de la ducha o el baño. Y por supuesto, todos los champús y jabones se añaden al daño. Sería interesante comprobar si este efecto antibiótico también se produce con agua sin cloro.

Herbert Shelton advierte en su libro Health for the millions: «Sed amables con vuestra piel. Moderación en el uso del agua y temperatura tiene su recompensa». La piel agradece la humedad ambiental, pero no el exceso de baños, sobre todo cuando es en aguas cloradas.

7) Nacimiento y lactancia. Diversos estudios muestran que la flora que coloniza el cuerpo durante toda la vida está vinculada con las primeras bacterias con las que se estuvo en contacto durante el nacimiento y los momentos iniciales de la vida. Desafortunadamente, el nacimiento por cesárea y el ambiente estéril de los hospitales donde los bebés nacen son las peores condiciones en las que el bebé puede obtener una buena microbiota. Y la flora vaginal de la madre también es muy importante si el nacimiento es por vía vaginal, así como la lactancia.

La polución, las medicinas, una nutrición incorrecta, la falta de humedad, el exceso de agua, una microbiota materna disbiótica, el nacimiento por cesárea y la leche de fórmula son algunas de las posibles causas de la disbiosis.
 

Los cilios


Los cilios son proyecciones en forma de pequeños cabellos cuya función es atrapar las partículas extrañas del aire que entran en el tracto respiratorio. Si los cilios están dañados —de la misma manera que las vellosidades intestinales— no realizan su función de limpieza correctamente.

En un estudio se exponen las posibles causas de la disfunción de los cilios:

1) «La disfunción ciliar puede ser primaria, el resultado de mutaciones genéticas resultando en una estructura ciliar anormal,
2) o, más comúnmente, secundaria, el resultado de estímulos inflamatorios infecciosos o ambientales que alteran la coordinación o movilidad normal.
3) Se ha encontrado que pacientes con rinosinusitis crónica tienen una limpieza de los cilios respiratorios perturbada.
4) Se ha demostrado que diversos estímulos mecánicos, ambientales y bioquímicos influencian la frecuencia del batido ciliar.
5) Y patógenos microbianos comunes de la mucosa respiratoria como Pseudomonas aeruginosa y Haemofilus influenza han producido toxinas que parecen interrumpir la función mucociliar normal.
6) Además, mediadores inflamatorios presentes en pacientes con rinosinusitis parecen afectar la limpieza mucociliar secundaria».
 

Conclusión


En resumen, la explicación más plausible de las hipersensibilidades desde el punto de vista de la microbiota es que si no se dan o no se dieron las condiciones adecuadas para que las bacterias simbióticas vivan en nuestra piel y mucosas, entonces, nuestra flora bacteriana —intestinal, dérmica o normal— está expuesta y no desempeña correctamente sus funciones. Como consecuencia, las partes protectoras y los agentes inmunes que la barrera sana dispone no pueden limpiar los irritantes como el polen y el polvo, y el sistema inmune necesita activar otras formas de hacer la eliminación que son más «agresivas», como son las alergias y los procesos inflamatorios.
 

Recuperación de la microbiota


Todos estamos de acuerdo en que una microbiota equilibrada es clave para recuperar la salud. Pero no hay consenso en cómo conseguirla.

El principal campo de acción de la medicina funcional es la flora intestinal, pero desafortunadamente, para lograr sus objetivos utiliza los probióticos, los antibióticos naturales y toda clase de alimentos fermentados, que son modos de combatir las indeseables bacterias oportunistas, en lugar de buscar la razón por la que aparecen y se instalan en el intestino.

Las bacterias, como todo ser vivo, proliferan cuando están bien alimentadas, y pueden morir de hambre si no lo están. Así que controlar las bacterias es tan básico como alimentar las bacterias beneficiosas y matar de hambre las indeseables. T. C. Fry sostiene en The life science health system: «Las bacterias no pueden proliferar si no hay comida y un terreno para su propagación. Se multiplican cuando hay un festín, y mueren cuando hay hambruna o un entorno adverso, por consiguiente, las bacterias no crean su suministro de comida más de lo que las moscas crean porquería. Los desperdicios deben preexistir a las moscas, y, en el mismo orden, los residuos o suciedad en la cual prosperan en nuestros cuerpos debe preceder su presencia y su propagación».

Cuando nos alimentamos, también estamos alimentando las bacterias de nuestro intestino al mismo tiempo. Estas se nutren de la comida que nosotros no digerimos correctamente. La comida saludable es digerida por nuestras enzimas digestivas, es absorbida y distribuida en el organismo para su nutrición. Pero los alimentos que no son sanos permanecen en el intestino, sin digerir, y son las bacterias indeseables las que se nutren de estos, realizando un proceso de fermentación de carbohidratos o de putrefacción de proteínas.

Resulta que los mejores alimentos para nuestro cuerpo también lo son para las bacterias beneficiosas, y los peores alimentos son un regalo para las bacterias indeseables.

Las bacterias no dependen solamente de la comida que les suministramos. Como explicamos más adelante, el estrés, nuestro estado de ánimo, los tóxicos a los que estamos expuestos y todo nuestro estilo de vida también influye. Así que deberíamos tener en cuenta todos estos factores para recuperar la flora intestinal.

Los probióticos de los alimentos fermentados tienen el problema de contener una gran cantidad de histamina, que es realmente perjudicial para las personas hipersensibles.

Respecto a la suplementación con probióticos, aunque la Dra. Campbell-McBride los recomienda, ella misma reconoce que «desafortunadamente la mayoría de complementos probióticos no se instalan o colonizan la pared intestinal. De hecho, el único momento en nuestras vidas en el que se puede poblar el intestino con bacterias beneficiosas es en el nacimiento, cuando el intestino es estéril. Así que los probióticos hacen su trabajo en el lumen del intestino y luego salen de nuestro cuerpo». Otro tema es la cuestión sobre la supervivencia de los probióticos hasta alcanzar el intestino. La Dra. Campbell-McBride añade en esta línea que «muchos de ellos no sobreviven el ácido del estómago... pero una importante observación en este sentido es que incluso muertos, las bacterias probióticas tendrán un buen efecto».

Incluso la medicina convencional reconoce que los antibióticos destruyen también las buenas bacterias. Los antibióticos naturales, en forma de hierbas, aceites esenciales, setas medicinales y extractos de alimentos tienen un efecto similar dañino sobre las bacterias beneficiosas. El resultado de los alimentos con efecto antibiótico, como el ajo, cebolla, sal, especias, miel, jugo de limón y aceite de coco, sobre las buenas bacterias no se ha investigado con exactitud.

Cuando se administra un antibiótico de cualquier tipo, las bacterias indeseables mueren; pero si persiste la dieta y el estilo de vida no saludable, reaparecerán poco tiempo después.

Cuando no hay ninguna fuente de polución en nuestro cuerpo, las malas bacterias desaparecen naturalmente, porque no hay nada que las sostenga.

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Wednesday 8 March 2023


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Sunday 26 February 2023

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